Vivo tiempos extraños y difíciles. La última vez que escribí lo hice en nuestro viaje del pasado verano por Francia y entonces hablaba de la época “postcovid”.
Entonces salimos de España tan solo unos días después de que se acabara el confinamiento producido por la pandemia. Su final se produjo el 23 de junio y el 6 de julio partimos hacia Francia.
Pero cuando regresamos,
a finales de julio, en España el estado de la pandemia era preocupante y
durante el mes de agosto empeoró. Ahora en septiembre, se habla abiertamente de
la “segunda ola” sin apenas haber salido de la primera. La velocidad de
contagio es de cerca de 10.000 diarios en España y Madrid está a la cabeza.
Creo que esto solo se resuelve con la vacuna. No sabemos convivir con este
maldito bicho que nos ha cambiado la vida a todos y que se ha llevado y se está
llevando tantas vidas por delante.
Y me ha cambiado
también a mi. Durante la pandemia una buena amiga perdió a su marido, al que
había sido su compañero toda su vida con poco más de 60 años. Pero no por el
virus. Una semana después a su padre. Y en soledad. Hace cuatro días otra amiga
mía y vecina, ha perdido también a su marido, igual, poco más de 60 años. Y
entonces me dan más ganas de vivir, de romper con todo y con todos…pero también
me da por reflexionar aun mas, por destriparlo todo, aun más…si es posible.
Disfruto ahora de mi
“segunda tanda de vacaciones”.
Desde que se jubiló
Angel en esta época (de septiembre a noviembre) destinaba una parte de mis
vacaciones a un viaje de “larga distancia”. Este año, el 28 de septiembre nos
hubiéramos ido a visitar Perú. Ahora…me peleo para recuperar parte del dinero
invertido en vuelos. Lo voy consiguiendo. Así que he sustituido esos días por
un recorrido por Navarra, con destino principal en el Valle de Baztan.
De camino iba a conocer
las famosas Pozas de Arnedillo. Tenía muchas ganas. Pero…cerradas por la
pandemia. Así que hemos puesto rumbo a las Bardenas Reales, a donde estuvimos
hace casi 25 años con nuestros hijos pequeños. Entonces vinimos con dos
tiendas, la canadiense pequeñaja con la que nosotros nos iniciamos en esto y
luego la siguiente que compramos en Andorra, una un poco más grande, la “alemana”
que llamábamos nosotros.
En aquel entonces
estuvimos en el camping de Cintruenigo y mientras dedicábamos tiempo y esfuerzo
a montar las tiendas, primero una y luego otra, con envidia contemplamos como
llegaban unos catalanes con su caravana knaus y en 5 minutos estaban
instalados. Y visitamos su pequeña roulot y se nos empezó a despertar el
gusanillo de viajar con caravana.
Al rato, en otra
parcela, llegaron unos con una autocaravana. Y eso fue otro mundo. Menos tiempo
aun. Pero ni siquiera pensamos en eso. Estaba fuera de nuestro alcance. No así
la caravana. Y fue nuestro deseo hasta que yendo por Francia camino de Venecia
con nuestros hijos y con una tienda de campaña grande, familiar, que compramos
en respuesta al deseo de nuestro hijo mayor de “quiero conocer Venecia”, vimos
a una caravana hacer una tijera en la autopista. Y entonces….tuvimos que
sustituir nuestro sueño por otro. Y lo hicimos. Al año siguiente disfrutábamos
de una VW california de segunda mano con
la que nos iniciamos en el mundo de las camper y autocaravanas. Habíamos
evolucionado, aunque nos saltamos el paso de caravana primero
Y ahora, cuando
disfrutamos ya de nuestra cuarta autocaravana
más de 20 años después, estamos casi donde comenzamos. Tiempos extraños.
Y …confirmo que me
hago mayor, porque cuando veníamos hacia aquí y veía los toros de Osborne, esos
gigantescos toros negros colocados en cerros visibles en las carreteras de
nuestra geografía, mis recuerdos
viajaron a mi infancia, con mi padre.
Y es que él fue un empleado de la Compañía Española de
Publicidad (C.E.P.) empresa dedicada a la publicidad que en aquel entonces se
dedicaba principalmente a la rotulación en autobuses o anuncios en la
carretera. Estos carteles en la carretera los pudimos ver hasta los años 80 en
los que el Gobierno socialista de Felipe González
acabó con ellos, y con su empresa, sin derecho a despido, ni a indemnización y al
borde los 60 años.
Afortunadamente pudo
sobrevivir unos años más gracias a que había formado una sociedad con un
compañero (Rotulaciones JUSPE, S.L.) dedicada principalmente a pintar los anuncios y pancartas de la vuelta
ciclista a España pero también de otros eventos deportivos que les encargaba la
empresa Unipublic.
Pero….”a la que voy”
que diría él. En los años 60 viajó por
toda España colocando y pintando anuncios. Iban en un camión pequeño, un
conductor, supongo que montadores y los pintores (ahora todos harían de todo).
Curiosamente este verano he encontrado una caja llena de postales que mi padre escribió a mi madre
mientras viajaba. Desgraciadamente mi padre era muy parco en palabras, así que en
ellas había poco más que decir que estaban bien, o del tiempo que hacía o el trabajo que tenían, no daba
ninguna información adicional.
Pero es curioso ver
que llegó a escribir casi una postal por
día. Por supuesto que se remontan al año 1954, en que yo creo que empezarían su
relación y llegan hasta un poco después de nacer mi hermana, pasado 1962 o 1963
en que deduzco que dejó de viajar aunque yo recuerdo ya episodios aislados en
los que viajaban a Bilbao estando allí una semana, pero poco más.
Y según veía los toros de Osborne que rotularon él y sus compañeros, pensaba en las vidas e historias que rodeaban a cada anuncio de estos, que cada toro podría contar su propia historia de todos aquellos que lo vieron nacer y lo colocaron allí en puntos estratégicos. Y es que este viaje en este inicio resulta un poco nostálgico y como una cesta llena de cerezas, unos recuerdos se enlazan con otros. Pero tengo que dejarlo aquí o sino me remontaré hasta el infinito… y más allá. Y es que ya casi peino los 60.